Aquellos que nos leéis habitualmente, sabéis que un servidor está involucrado en el tratamiento de archivos personales y en la preservación, conservación y restauración de documentos. Y hoy, como recurso, voy a compartir con vosotros un texto que me ha parecido interesantísimo porque aúna ambas líneas de trabajo.
Se trata de una serie de recomendaciones dirigidas al ciudadano de a pie, alejadas de términos técnicos, útiles, sencillas. Estas pautas que os proponemos, centradas directamente en el tratamiento de materiales documentales afectados por la humedad, fueron diseñadas por el personal de los Archivos Nacionales como respuesta a las tremendas inundaciones que asolaron el oeste de EE.UU. en 1993. El agua, feroz enemigo del papel, destruyó los pequeños archivos familiares de miles de familias sin que poder hacer nada por evitarlo.
Es muy probable que alguna vez os hayáis encontrado en una tesitura similar, obviamente no a tal escala. Pero decidme, ¿a quién no se le ha derramado un vaso de agua, o de cualquier otra sustancia, sobre unos papeles importantes y ni corto ni perezoso ha ido corriendo a buscar el secador del pelo? Bueno, pues quizás es preferible que conozcáis a qué os estáis enfrentando antes de cometer una temeridad.
El recurso está accesible en la siguiente página web: http://www.archives.gov/preservation/conservation/flood-damage.html
Carlos Díaz Redondo