Seguro que ya todos sabéis que recientemente, el egiptólogo británico Nicholas Reeves, director del Amarna Royal Tombs Project, anunció que -crucemos los dedos- uno de los mayores descubrimientos arqueológicos de la Historia está a punto de tener lugar. Según las últimas investigaciones realizadas bajo la atenta mirada del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto, tras las paredes de la tumba de Tutankamón, se encuentran varias cámaras secretas que, en opinión de Reeves, podrían conducir definitivamente al tesoro mejor guardado del Imperio Nuevo egipcio: la última morada de la madrastra del famoso rey niño, la misteriosa reina Nefertiti.
El periodo denominado Imperio Nuevo, y más concretamente el ocaso de la dinastía XVIII, coincide con el truculento cisma de Amarna, provocado por el desentronamiento del dios Amón por voluntad del faraón hereje Akenatón, esposo de Nefertiti y padre de Tutankamón. Prohibiendo su culto para favorecer al dios solar Atón, Akenatón llegó a abandonar Tebas para fundar una nueva ciudad en medio del desierto, Ajetatón, hoy Tell el-Amarna.
Lo cierto es que aquel primer experimento de monoteísmo resultó un auténtico fiasco. Muerto Akenatón, sin que los historiadores consigan ponerse de acuerdo en qué le sucedió a su amada esposa y reina Nefertiti, el jovencísimo Tutankamón se vio obligado a devolver la capital a Tebas y a restaurar el poder de los sacerdotes de Amón. En ese periodo de tiempo, la idílica Ajetatón fue desmantelada piedra a piedra y el recuerdo de los herejes de Atón condenado al destierro.
Ya en Tebas, restablecido el orden natural, el joven faraón murió repentinamente y fue enterrado deprisa y corriendo en una tumba demasiado pequeña para ser la casa eterna de un faraón, muy poco ornamentada en comparación a la de sus antepasados y sucesores, con útiles y tesoros que fueron tomados prestados de otras tumbas y reutilizados para la ocasión. Cerrada a cal y canto por más de tres mil años, en aquella gruta del Valle de los Reyes, en Luxor, dormía la momia de Tutankamón el sueño eterno hacia la otra vida hasta que el egiptólogo británico Howard Carter, con el patrocinio de Lord Carnarvon, logró hallar su escondite en 1922. Sin embargo, Carter, que carecía de la tecnología puntera que hoy ha permitido confirmar la existencia de cavidades inexploradas tras las paredes de la cámara del sarcófago cubiertas por frescos, desconocía que quizás ha de pasar a la Historia no sólo por haber descubierto la tumba de Tutankamón sino también, sin siquiera saberlo, la de Nefertiti.
De ser cierta la teoría de Reeves, parece que la tumba KV62 del Valle de los Reyes aún hoy no ha revelado todos sus secretos. En medio de la expectación causada por esta noticia, hoy comparto con vosotros un aperitivo para ir abriendo boca. Se trata del archivo personal de Howard Carter, recogido por el Instituto Griffith de la Universidad de Oxford. Entre los pequeños tesoros que contiene se encuentran centenares de fotografías originales de los objetos descubiertos en la tumba de Tutankamón, cartas, recortes de prensa, mapas, acuarelas y numerosos recursos online. Lo tenéis disponible en el siguiente enlace: http://www.griffith.ox.ac.uk/discoveringTut/
Carlos Díaz Redondo