La búsqueda en Google de la palabra archivoofrece como primer resultado la definición de la Wikipedia en su acepción informática (fichero informático). El impacto de estos resultados y su percepción es proporcional a la importancia de quien realiza la intermediación en la recuperación y presentación de la información: Google, la web con más accesos en el mundo, y Wikipedia, la web de contenidos más consultada. Contrastan estos resultados con los esfuerzos de digitalización realizados por los archivos históricos. Una de sus consecuencias ha sido el aumento espectacular de sus documentos en línea, pero al mismo tiempo el descenso igualmente espectacular de consultas presenciales. Resulta, por lo tanto evidente, que los archivos históricos no sólo afrontan la desmaterialización de los documentos y los retos de la preservación digital sino también la virtualización de sus usuarios y, al mismo tiempo, la competición por su identidad e interés público. En este contexto parece lógico interrogarse sobre la existencia o no en un futuro a medio plazo de los archivos históricos tal y como ahora los conocemos o, si por el contrario, convergirán hacia otro tipo de centros.
¿La utilización de los servicios de archivo en relación con la gestión de usuarios en línea puede ocasionar cambios en la gestión física del patrimonio documental? La pregunta no es banal si consideramos el actual debate en las bibliotecas universitarias norteamericanas donde estudios han puesto de manifiesto que el 50% de la colección no había sido utilizada en los últimos 20 años y estos datos se acompañaban con el correspondiente estudio de costes de preservación.
En este sentido, cabe preguntarse si la misma tendencia a valorar costes y uso llegará a aplicarse a los archivos con niveles de consulta extremadamente bajos. ¿Pueden llegar a plantearse la unificación de depósitos de documentos con otro tipo de materiales? Y por supuesto, ¿va a ser inevitable la creación de data centerspara la preservación del anunciado diluvio de datos? Obviamente, puestos a preservar ceros y unos los límites se vuelven difusos. ¿Quién y cómo se llevará a cabo su preservación difusión y explotación de datos? ¿Será “Internet” el achivo global que algunos profetizan?
La vertiginosa evolución de la tecnología y los cambios de hábitos sociales hacen prever un impacto en los archivos históricos más que relevante. Las expectativas disruptivas que generan las nuevas tecnologías no siempre encajan con el desarrollo de su puesta en práctica. En cualquier caso, lograr la visualización y promover el interés de la autenticidad de las fuentes documentales en un contexto creciente de fake-newsson ya nuevos retos, pero no los únicos.
La transformación social vinculada a la percepción y al uso de las fuentes de información y también a la forma en como se accede y se reutiliza serán, son, factores determinantes para los archivos históricos: qué servicios para qué usuariosen la sociedad de la información. La inevitable focalización en cuestiones técnicas también ha representado, en cierto modo, un lastre para la observación y reflexión acerca de la transformación más orbital de la profesión, como sería la innovación en los servicios de archivos acorde con la evolución de la tecnología y los hábitos sociales.
En este Tábula hemos querido ir más allá de las ya abundantes experiencias en digitalizar y publicación de contenidos en línea, o del uso de las redes sociales. La intención ha sido aportar distintos puntos de vista que contribuyan a reflexionar sobre el rol de los archivos históricos en el futuro o cómo serán en el futuro, así como presentar experiencias de interés para faciliten repensar los servicios que demandan o demandarán los nuevos usuarios.