La pasada semana, los Archivos Reales de Reino Unido anunciaron la puesta en marcha de una iniciativa dirigida a digitalizar los más de 350.000 documentos que conforman el archivo personal de una de las figuras más representativas de la monarquía anglosajona.
Apodado el Granjero por su carácter cercano y poco altivo, Jorge III fue hijo de los príncipes Federico Luis de Gales (1707-1751) y Augusta de Sojonia-Gotha-Altenburgo (1719-1772). Nació en Londres, en 1738, siendo el tercer vástago de la Casa de los Hannover que se sentaba en el trono inglés, si bien el primero que lo hacía habiéndose molestado en aprender la lengua de sus súbditos. Rey de Gran Bretaña e Irlanda, príncipe de Verden, duque de Brunswick-Lüneburg y de Bremen, con la conversión en reino del Electorado de Hannover se alzaría en 1814 con una segunda corona. En 1761, contrajo matrimonio con la princesa alemana Carlota de Mecklemburgo-Strelitz, con quién tuvo la friolera de 15 hijos.
Bajo su reinado, repleto de luces y sombras, Gran Bretaña e Irlanda se vieron anexionadas en el llamado nuevo Reino Unido. Convertidos sus dominios en una verdadera potencia, su pueblo habría de ver sin embargo cómo se perdían las colonias británicas que fueron la simiente de los Estados Unidos.
Sus últimos años estuvieron marcados por una serie de severos desequilibrios mentales resultado, dicen, de una maldición que perseguía a la real familia. Con el paso del tiempo, esa maldición tomó nombre. Se trataba de una enfermedad sanguínea congénita del grupo de las porfirias, que había minado ya la salud física y mental de numerosos miembros de la casa. Jorge III falleció en el castillo de Windsor, en 1820, dejando tras sí 60 largos años de reinado.
Ahora, casi dos siglos después de su fallecimiento, su archivo personal verá por fin la luz. La primera en observar este tesoro documental ha sido la propia reina Isabel II, quien se ha reconocido perpleja por la riqueza del archivo de su antepasado. Entre los cientos de documentos que van a digitalizarse se encuentra, por ejemplo, un pequeño libro de poesía, regalo de Fath Ali, Shah de Persia, al monarca. Destacan asimismo las cartas del padre John Jay, fundador de los EE.UU., dirigidas a George Washington, o una curiosa misiva remitida al rey por un espía al servicio de la Corona apodado Aristarchus.
La digitalización de este enorme fondo documental supone un excelente auxilio para la comunidad científica interesada en el desarrollo de la época georgiana, especialmente teniendo en cuenta que fue durante este periodo cuando tuvieron lugar acontecimientos tan relevantes para la Historia como la Guerra de la Independencia de los EE.UU. o las Guerras Napoleónicas.
Carlos Díaz Redondo